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jorge camacho

Mi fútbol, el peruano

Releo una revista vieja celebrando glorias añejas, prendo el televisor y están los videos de siempre: los goles de Cubillas a Escocia, el partido de la Bombonera, el del Centenario, con Francia en el parque de los príncipes y hasta los saltitos de Casaretto contra Brasil.

Y me pregunto: ¿Por qué sigue esto aquí?, ¿Por qué sigo recordando y viendo a las estrellas de antes en la televisión de ahora, los veo flacos, jóvenes, lozanos, limpios y ahora andan gordos, calvos y feos; pero siguen siendo las estrellas del mundial del `70, del subtítulo de la U en la Libertadores del `72 y de los 12 minutos de la eliminatoria del `85.

Y la respuesta se cae por si sola al darle una mirada al partido del domingo, un fútbol sin brillo, sin picardía ni toque que tan famosos nos hizo, en canchas con baches y estadios pelados, árbitros ciegos o más brutos que antes.

Toda esa conjunción forma al fútbol peruano de hoy, aburrido, tosco, torpe, lerdo. Lleno de jugadores que solo buscan figurar en diarios por escándalos de callejón y no por goles de triunfo, por técnicos sin criterio ni capacidad y que viven del mismo verso gastado junto a dirigentes mafiosos que dan la impresión de no tener 2 dedos de frente para ponerse de acuerdo por el bien de todos y del fútbol.

Y veo en los diarios y revistas, televisión y radio el recuerdo constante por el pasado, por una gloria añeja, por un gol cantado y por el triunfo tan celebrado.

Entiendo entonces porque veo las mismas caras sonrisas de siempre, porqué los jugadores de ahora se sienten superiores solo por salir a la cancha el domingo, por llegar al entrenamiento en autos del año y rodeados de periodistas chupa medias, son conformistas, mediocres y poca cosa.

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Y lo peor de todo es que da la impresión de que esta realidad no va a cambiar por mucho tiempo. Esto genera ansiedad en la gente, explica la necesidad de tener que recordar tanto por que lo ahora no satisface a las expectativas; aparecen entonces los ídolos de barro, ilusiones de un día y esperanzas vacías de certeza.

Por eso no vamos a un mundial hace 24 años. Por eso no pasamos a segunda ronda en un torneo internacional y nos conformamos con ganarnos entre nosotros mismos, jugando siempre por el titulo nacional y no por el de afuera, nos acostumbramos a empresarios y dirigentes que forman la mafia que ahora dirige el futuro de nuestro fútbol y que se empecinan en aferrarse a su puesto.

Es ahora que me pregunto: ¿tiene solución todo esto? Yo quiero tener la esperanza por lo que digo: si, se puede, pero con una revolución dirigencial, con una propuesta seria con un trabajo a largo plazo de verdad y sin la hipocresía y el conformismo de ahora.

Ese es, entonces, el fútbol que yo quiero vivir, ya no de los recuerdos sino de la ilusión.

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